La manera com el hombre medieval pensaba y sentía el mundo, no se parece a la del hombre contemporáneo. La espiritualidad formaba parte intrínseca de la vida, así como para nosotros las comunicaciones, la televisión, la ciencia o la moda. En aquella época no había necesidad de distinguir claramente entre lo que se consideraba "mundo natural", o mundo físico, y el "mundo espiritual". Ambos formaban parte de una unidad indivisible, que provenía directamente de la esencia divina. Es por esta razón, que la creencia en espíritus, deambulando por calles y casas, la creencia en el paraíso como un sitio geográficamente ubicado en el mundo, así como el infierno y el cielo, hacían de la vida cotidiana una experiencia que es difícil de entender para nosotros hoy.
Las almas, los espíritus, los demonios, los milagros, las manifestaciones de la fuerza y la presencia de lo invisible en el mundo, eran cosa de todos los dias. La tradición y la autoridad eclesiástica reforzaban este sentir. El hombre no atravesaba un umbral al morir, como si entrara a otra dimensión. Ya estaba en esa dimensión. La llamas del infierno eran reales.
Así que, la erección de la catedral, a la que dedicaban la vida entera en algunos casos, se justificaba plenamente, al interpretar por medio de la piedra, el vidrio, la madera y el yeso, la inagotable marea de imágenes producto de sus convicciones.
Uno de los resultados más hermosos de esta simbiosis cultural es la Catedral de la ciudad de Estrasburgo.
Iniciada en la época merovingia, reconstruida durante el periodo carolingio, fue construida por etapas a lo largo de varios siglos.
He aquí algunas imágenes.
Las almas, los espíritus, los demonios, los milagros, las manifestaciones de la fuerza y la presencia de lo invisible en el mundo, eran cosa de todos los dias. La tradición y la autoridad eclesiástica reforzaban este sentir. El hombre no atravesaba un umbral al morir, como si entrara a otra dimensión. Ya estaba en esa dimensión. La llamas del infierno eran reales.
Así que, la erección de la catedral, a la que dedicaban la vida entera en algunos casos, se justificaba plenamente, al interpretar por medio de la piedra, el vidrio, la madera y el yeso, la inagotable marea de imágenes producto de sus convicciones.
Uno de los resultados más hermosos de esta simbiosis cultural es la Catedral de la ciudad de Estrasburgo.
Iniciada en la época merovingia, reconstruida durante el periodo carolingio, fue construida por etapas a lo largo de varios siglos.
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