TRÍPTICO PORTINARI

TRÍPTICO PORTINARI
Tríptico Portinari por Hugo van der Goes 1476 - 1477

sábado, 24 de abril de 2010

MANUSCRITOS ILUMINADOS



Las imágenes a continuación, pertenecen, casi en su totalidad, al archivo publicado por la British Library de Londres. Un tesoro que encontré hace poco.

Los manuscritos medievales representan mucho más de lo que notamos a simple vista. El lenguaje visual que se desarrolló durante la Edad Media no carecía de imaginación, así como de recursos, referencias e historia. Los diseños entrelazados de esta primera imagen, nos hablan de la atención que puso el artista a la decoración. Esta, debía ocupar todo el espacio disponible en el area de la hoja. Los caracteres también forman parte del mensaje, no solo en cuanto al tema del que trata el texto, sino en cuanto a instrumento visual que refuerza y acompaña la composición gráfica. El diseño entrelazado sugiere una organización simétrica de las formas onduladas que tejen las lineas de diferentes colores. Es como si se moviera, pero dentro de unos límites restringidos al marco y al control del artista. No hay profundidad; sin embargo las fieras que se descubren en el tejido de colores, parecen engarzadas en una reja ornamentada profusamente.
El artista hubiera podido decorar el texto de cualquier otra forma, sin alterar las prescripciones de la institución religiosa. A pesar de ello, escogió esta. No es gratuito. El espíritu humano se escabulle por escondrijos apenas perceptibles. Están allí; sólo hay que saberlos descubrir.



El desarrollo de las posibilidades pictóricas contrasta profundamente de un artista a otro. Esta ilustración corresponde a uno de los "Libros de las Horas", que encargaban los nobles a los maestros iluminadores. En ellos, además de otros textos, encontramos imágenes con escenas de la vida diaria, que indican un determinado periodo del año. Recordemos que durante este periodo, fundamentalmente agrario, los ciclos naturales constituían el fundamento de la vida de las comunidades. Las labores que se realizaban en uno u otro momento del año, se acomodaban exactamente, en el gran sistema dibujado por la tradición ancestral y religiosa. Notemos en particular, el naturalismo de la escena central; el cuidado con el que el artista ha construido el complejo cuadro dentro del cual se encuentran sus integrantes, realizando labores específicas. La madre amamanta a su niño. El hombre corta la leña. La pareja abrigada que viene de la iglesia. Todos y cada uno de los detalles, se suman y describen, una tras otra, las distintas facetas del tiempo de invierno. Hay que añadir a todo esto el marco que encuadra la escena. Este pareciera elaborado en bronce, a modo de relieve. Y también allí encontramos escenas. En la parte inferior, unos hombres halan un trineo en el que va otro sentado; es una escena divertida.


El Beato del Escorial usa una gama muy rica de colores, que convierte la escena en la que Adán y Eva se dan cuenta de que están desnudos, en un colorido esquema de formas y ornamentos geometrizados.

El artista también puede inventar seres fantásticos.

Puede contar historias terribles.

Puede instruir en medicina.

Puede estudiar la naturaleza.

Naturalmente, el periodo que abarcan las imágenes que acabamos de ver, es amplio. El oficio de iluminar manuscritos cambiaba no solo de un siglo a otro, sino de una región a otra, de una institución a otra. Son distintos porque fueron elaborados por artistas distintos, que encontraban para su oficio funciones plásticas muy variadas.

Aún así, es sorprendente la gran variedad de posibilidades que aprovecharon y las soluciones a las que llegaron.

El libro, así como la catedral, era una obra de arte.

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